Literatura.
Si, era conservador. Todo lo ahorraba. Las moneditas que a uno le dan de vuelto, el helado que solía tomarse por la tardecita, y aquellos bombones que administraba para obsequiar a Martina. Leyendo a Cortázar, se dio cuenta que podía ahorrar las comas en los algunos textos. Entonces, acudió a pedirle las comas a su compañero de banco. Esperó que toque el timbre, y apenas dejó libre su asiento, se sentó y robó todas las comas que había en el texto de su compañero; aquel que la profesora le había dejado de tarea. Así fue entonces, que de pronto, había acumulado un montón de comas, había ahorrado mucho. El problema surgió cuando no supo que hacer con tantas comas. En ese momento, había que declarar ante la F.L.L (Foro de Lengua y Literatura) sobre cómo había hecho para acumular tantas comas. Claro, el problema de las comas es que no se pueden digitalizar, hay que tenerlas así como se tienen los billetes. El compañero más malo de su aula, lo mando al frente. Y así fue como se descubrió que “el ahorrador” tenía cuentas en Panamá, donde las comas descansaban con la brisa, con el mar.