Literatura de Barrancas.
Tan pronto como terminó su trabajo, Rodríguez se arremangó las mangas del pulóver y se lavó las manos para ir a comer. “Corazón lleno, panza contenta” solía decir con algún humor corrosivo a sus colegas, mientras compartían la mesa. Desde hace algunas semanas, la empresa “EL BUEN METAL S.A” de la localidad de Barrancas, cuyos productos hacen honor al nombre que los representa, había sido liderada por Rodríguez, cosa que no le agradaba a los que integraban “la mesa chica” del consejo. No así a sus empleados, ya que la primera medida que tomó fue aumentarles el sueldo de $6000 a $36.000. Esta política era definida como anticapitalista por todo el directorio, e incluso, se corría el rumor de que “esto no puede seguir así”. De un día para otro, la empresa aumentó sus gastos en empleados significativamente y, encima Rodriguez estaba convencido que era lo correcto, lo cual resultaba irritable para sus camaradas.
Hubo una tarde donde algo empezó a cambiar en las mentes de sus compañeros de directorio. Aquella vez, estaban todos sentados tomando el té y leyendo el diario del pueblo, cuando tocaron la puerta. Desde la ventana se inclinó Rodríguez para divisar quien era.
-Si, Gómez. Digamé
-Vengo a preguntarles algo
-Pase
-¿Por qué nos aumentaron el sueldo de esa manera? ¿Por qué ahora tenemos más confort en el trabajo? ¿Por qué hasta nos sirven café?
-(…)
-Me suena raro todo esto. A mi cuando mi hijo me dice que me quiere, me mima, y me abraza, después viene el mangazo. ¿Qué nos van a pedir después de esto?
-Gómez, es muy interesante que estés acá y puedas evacuar dudas. Te voy a decir algo, vos ganabas algo indigno. Cuando en una sociedad se naturaliza la indignación, se tiene que naturalizar la violencia, la infelicidad, la esclavitud. ¿Cómo hacías para vivir con aquel sueldo teniendo seis hijos? ¿No te parece que los que lideran empresas tenemos que cambiar la forma en que nos relacionamos con los empleados? Ustedes, los de clase social más vulnerables, son los que gastan y hacen mover la economía. Sin ustedes, nadie consume. Porque nosotros, los ricos, somos austeros. Pensamos dos veces antes de comprar. Por eso Gómez, ahora van a vivir con mayor entusiasmo porque van a ser tratados como seres humanos.
-Gracias Patrón. No puedo creer que exista un jefe que actúe en beneficio hacia los débiles. Bueno, ahora ya no somos tan débiles gracias a usted. Hasta luego.
