- 01 de mayo de 2024 -
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La historia de Luciana, la nena que vive con una bala alojada en la cabeza desde hace 3 años

10/06/17 | Giuliana Chinellato

 Fuente: www.infobae.com

Es el 4 de junio de 2014 y Estela está preparando la merienda en su casa, en Valentín Alsina. Está cansada porque trabajó de noche, por eso aceptó cuando Nahuel, su hijo mayor, le ofreció ir a buscar a Luciana al jardín. Estela ya llevó las galletitas a la mesa, faltan 5 minutos para que lleguen. Pero los chicos no llegan. Y la leche se enfría. Lo que llega, en cambio, es el sonido del teléfono y la voz desesperada de Nahuel que dice: "Mamá, a Luciana le pegaron un tiro en la cabeza".

"Salí a correr, gritaba, no sabía qué hacer. Dicen que me agarró un ataque de nervios, que me tiré al piso, que me quería tirar abajo de los autos que pasaban. Yo no me acuerdo de nada", dice Estela Pelozo a Infobae, tres años después de aquel llamado. Luciana, en la punta de la mesa, la mira y cuando le dice "vení hija", se acerca. Camina arrastrando el brazo y la pierna derecha porque la lesión cerebral le dejó una parálisis parcial llamada hemiparesia.

Su mamá le suelta el pelo recién lavado y lo abre atrás, en el mismo gesto que haría una madre para buscarle piojos a una hija de pelo largo. Lo que aparece es el círculo pequeño y pelado por donde entró la bala. No hay orificio de salida: Luciana tiene 8 años y la bala sigue ahí. "Los médicos nos dijeron que la bala entró por acá atrás, rebotó adelante en la cabeza, volvió y se quedó alojada atrás. Lo que nos dicen es que si escarban para sacarla la traemos en silla de ruedas", dice Federico, su papá.

Al costado está la cicatriz sin pelo que le dejó la apertura del cráneo. La placa de titanio que le colocaron para cerrar el cráneo y la válvula para drenar el líquido cefalorraquídeo, se pueden palpar con los dedos.

Aquel 4 de junio, Nahuel no sólo fue a buscar a Luciana, que en ese entonces tenía 5 años. También a Lourdes, su hermana de 8. Caminaban por la calle Warnes cuando los ladrones se cruzaron delante de un Renault Clío y bajaron al conductor y al acompañante a culatazos. Uno de ellos disparó, la bala rebotó contra algún lado y entró en la cabeza de la nena por atrás. Nahuel no se dio cuenta en el instante porque no vieron venir el disparo de frente, hasta que Luciana se desplomó. "Fui yo -dice Lourdes llorando- la que le dije a mi hermano: Nahuel, a Luchi le cae sangre de la cabeza".

"Me subí a un patrullero y le pedí que me llevara a la salita-, sigue Estela. "Cuando la vi pensé que ya estaba muerta. Tenía el peinado que yo le había hecho al mediodía -una colita, una trencita- y estaba acostada en la camilla con los labios blancos, el color de la piel que tiene la gente que está muerta", sigue. Luciana, a su lado, pinta con la mano izquierda porque tuvo que aprender a ser zurda. Después, abre una bolsa en la que está su medicación antiespástica: usa la mano izquierda y, como la derecha no funciona, usa la boca.

Luciana llegó al sanatorio Güemes con pérdida de masa encefálica. Estuvo un mes en coma inducido y la operaron tres veces. "Nos habían dicho que las secuelas iban a ser graves. Si sobrevivía podía no volver a hablar, ni a caminar, ni a ver. Al mes le quisieron sacar la traqueotomía y nada, no respiraba sola", dice Estela. Poco tiempo después, Luciana abrió los ojos, quiso tocar a su mamá y lloró cuando se dio cuenta de que quería mover la mano y la mano no se movía.

"Cuando empezó a estar estable, tres meses después de que pasó todo, vos la ponías en una silla y se iba para el costado, como un muñeco. Ahí pensamos que no se iba a recuperar, pero mirala ahora", dice Federico, y le tira los brazos. Luciana se apura y se desparrama encima del padre, para que la abrace.

A diferencia del nene de 3 años que el jueves fue asesinado por ladrones que quisieron asaltar a su papá, Luciana sobrevivió. Y desde que le dieron el alta, empezó a hacer rehabilitación. Una psicóloga le ayuda a metabolizar el trauma, una fonoaudióloga le enseña a hablar. Y hace terapia ocupacional, hidroterapia, le dan inyecciones de bótox para evitar que el brazo y la pierna derecha se doblen hacia adentro.

"Como de ese lado no tiene estabilidad ya se cayó y se quebró la muñeca tres veces. Tampoco se puede golpear la cabeza, tenemos que estar siempre encima", dice su mamá. Luciana, además, tiene que usar pañales y tomar una medicación que le ayuda a contener la orina.

Sus padres -a ella la echaron del trabajo después de un año pidiendo licencias y él trabaja en el municipio de Lanús con un sueldo muy bajo- iniciaron una campaña para juntar 250.000 pesos. Lo que quieren es probar con un tratamiento con células madre que es experimental y cuya eficacia terapéutica no está comprobada.

Después, planean que uno de ellos se instale en Salta con la nena para seguir un tratamiento de rehabilitación con un médico cubano. Los vecinos están haciendo bingos, locros y ellos están pidiendo ayuda a los planteles de Primera División para mostrar un cartel en los estadios.

"¿Sabés que pasa? Hay cosas que no pudimos cambiar. Nosotros nos estábamos haciendo una casa en Monte Grande que quedó parada con todo ésto. Seguimos viviendo en esta cárcel, donde la gente se tirotea, se corre con cuchillos", dice Federico. Viven en la ribera del Riachuelo, a siete cuadras de donde balearon a Luciana.

Dos delincuentes que estuvieron en el asalto que terminó con la lesión de su hija fueron condenados a 13 años de prisión y hay uno más, que era menor, que está por salir. "La Justicia no pudo probar que fue él quien disparó pero una vecina dice que lo vio. Bueno, él sale en septiembre y vuelve al barrio, acá donde estamos nosotros", sigue el padre de Luciana.

"Lo que pienso es que nosotros como padres no pudimos llevar a nuestros hijos a un lugar más seguro para que no tengan que soportar ésto, pero hay cosas que tal vez sí podemos cambiar. Yo se que esos tratamientos no están aprobados por el ministerio de Salud pero conozco a la mamá de un nene que se cayó a una pileta y quedó con hemiparesia por la falta de oxígeno en el cerebro, y a ese nene el tratamiento le funcionó. Tal vez Luciana puede mejorar, puede caminar mejor, puede dejar de usar pañales. Es así: o nos quedamos como estamos otra vez o vemos qué pasa con la medicina regenerativa".

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