Literatura
Por Agustín Alarcón
Micro relato
Pescar en Puerto Aragón y comer amarillos fritos, lo hace cualquiera. No hace falta ser alguien muy inteligente. Reel, tripa de sábalo bien podrida y firmemente atada al anzuelo, y ese ruido que hace la plomada cuando cae al medio del río, es suficiente. El banquito debe ser cómodo para esperar el momento donde el pez se resiste a ser pescado, porque a veces, lleva horas sacar algo.
Ahora, para hacer un choripan light hay que instruirse. No lo hace cualquier parroquiano. Hace falta creatividad. Primero, el pan tiene que ser de salvado, y el chorizo tiene que ser hecho por vos. Porque, ¿Quién se va a poner a hacer un choripan light? Te apuesto lo que quieras que si vas al mercadito de la esquina y le decís –“Dame medio de kilo de chorizo light”, te manda a la mierda. Entonces, tenes que ponerte a pensar. ¿Con qué se puede hacer un buen choripan light? La carne puede ser reemplazada por la soja, de hecho, de cada 100 gramos de carne hay 26 gramos de proteína, y en la soja, hay 36. Ahora, para darle gusto a eso, ya es otro cantar. ¿¿Algo light que sea rico?? Casi nada. La piel del clásico chorizo puede ser reemplazado por avena, y adentro, en vez de dados de grasa, se le podría agregar, por ejemplo, queso, sal, pimienta, ajo y algo verde. Puede ser verdeo, y perejil.
El método de cocción podrían ser las brazas, y algún chimi que lo adobe bien. De esta manera, para asegurarnos el éxito del emprendimiento, sacamos de Google alguna foto de Cormillot y hacemos un cartel que diga, el 99% del los médicos lo recomiendan
