Por Agustín Alarcón
Oscar Antuña y su don de conquistar todos los instrumentos musicales
¡Qué gran admiración suscita el talento! ¡Qué necesario es la música para el alma, para estimular la creatividad y la sensibilidad! “Sin música la vida sería un error”, dijo el filosofo Nietzsche. Entonces, ¿qué se puede sentir por una persona que ayuda a las personas a vivir? La respuesta es agradecimiento. Porque la música es eso; una herramienta indispensable para vivir, para transportarnos a la esfera de la creatividad, para efectuar la ruptura con la cotidianeidad y hacernos sentir que todo es posible.
Dominar un instrumento musical es una destreza, pero la conquista de todos los instrumentos es casi un milagro; Oscar Antuña es el hombre que representa este milagro en Barrancas, una suerte de oráculo capaz de hechizar cualquier instrumento y hacerlo componer melodías infinitas que trascienden por su capacidad de transmitir su conocimiento como frutos que caen de un manzano a toda su familia y a innumerables alumnos de toda la región.
Todos hemos sido alumnos del profesor Oscar Antuña. No en vano recibió el reconocimiento de personalidad ilustre de la cultura; porque ilustre significa iluminar al otro, echar luz, aportar posibilidades ante los límites. Todos aprendimos de él; yo me llevé más que conocimiento, comparto su afecto el cual traduzco en esta nota de homenaje que se propone enaltecer la figura del artista y fenómeno de la música en Barrancas; al ser humano, al amigo, al docente, al ícono.
Ojalá estas palabras tengan la eficacia suficiente para cumplir con el objetivo de conectar el deseo por visibilizar mi afecto y admiración que siento por el gran artista y docente, el querido Oscar Antuña y su familia.