Cuando discute una idea en general uno quiere imponerse sobre el otro, no se debate con el fin de encontrar la verdad, sino con el fin de ganar una batalla.
La dialéctica propone lo contrario al objetivo común de una discusión y se pregunta la siguiente:
¿Como podríamos nosotros a través de una conversación acercarnos a la verdad?
El ejemplo es el siguiente:
Una persona X pone una premisa (esta es la tesis), otra persona Y la critica (esta es la antítesis) pero la antítesis no necesariamente tiene que ser lo opuesto a la tesis, sino solo una inconsistencia que observó de la tesis. Entonces, desde la tesis pasamos a la antítesis y luego llegamos a la síntesis (conclusión) que sería la resolución del problema planteado por la antítesis y se eleva a síntesis. Por ejemplo, yo digo que el agua es un líquido (tesis), pero otra persona critica mi opinión y dice que el agua es un líquido siempre que no supere los 100 grados y no sea menor a 0 grados ya que en estos casos el agua sería vapor o agua sólida (hielo). Entonces, la síntesis sería, el agua es un líquido siempre que se encuentre entre 0 y 100 grados. Esta debería ser una conversación dialéctica, es decir, una conversación donde uno no parte asegurando que uno tiene razón, de hecho, que el objetivo sea la construcción de la verdad y no la imposición de una idea entre aquellos que discuten. Las ideas de unos se complemente de las ideas de otro, en ese conflicto surgen las conclusiones.
Aplicar la dialéctica es útil para ordenar una conversación y llegar a la verdad, es una herramienta superadora que eleva el nivel de una charla porque prioriza el objetivo que verdaderamente importa que es la y verdad y desplaza el egoísmo superficial de colonizar la subjetividad del otro.
